La novela de Kopi Luwak

¿Quieres conocer a Cándida Lasalle, la tímida niña bien de Tafira?

¿Quieres conocer a la sofisticada, elegante, valiente y enigmática Sumba de Urdaneta?

¿Quieres conocer a Bour Siien, el gigante africano de la etnia mandén, rey de Sine?

¿Quieres conocer a Attila Ilievson, ex coronel ruso veterano de la guerra de Afganistán acusado por la resistencia talibán de Islamabad por ser responsable de atroces crímenes contra la humanidad?

¿Y te gustaría descubrir el café más caro del mundo?

¿Y el tesoro del Imperio Majapahit?

¿Descubrir las costas de Senegal y la tragedia de la emigración en patera?

¿Y descubrir las subastas de la jet set de Elder & Grandsons?

¿Descubrir la sabiduría de las sacerdotisas de Chandana o el antídoto de la Burundanga?

¿Y a los nuevos amos de la política mundial, o el país de los niños voladores de cometas, o el enigma del ‘Charcharodon Megalodon’, o las cuevas aborígenes de la isla de Gran Canaria, o el tiburón sagrado del Mar de Savu, o el Penkat Silat, el arte marcial de Sumatra?

¿Y descubrir a las grandes leyendas del automóvil, los diseñadores, carroceros e ingenieros de leyenda como Ferdinand Porsche, Sergio Pininfarina, Castagna, Zagato o Giulio Alfieri?

¿Y descubrir a los ases del volante como Bernd Rosemeyer, Rudolf Caracciola o Tazio Nuvolari?

¿O descubrir el nacimiento de Audi: las flechas plateadas de Zwickau?

Estas son algunos de los descubrimientos que te esperan en Kopi Luwak.

La novela de Kopi Luwak

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¿Quieres conocer a la sofisticada, elegante, valiente y enigmática Sumba de Urdaneta?

¿Quieres conocer a Bour Siien, el gigante africano de la etnia mandén, rey de Sine?

¿Quieres conocer a Attila Ilievson, ex coronel ruso veterano de la guerra de Afganistán acusado por la resistencia talibán de Islamabad por ser responsable de atroces crímenes contra la humanidad?

¿Y te gustaría descubrir el café más caro del mundo?

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Compra aquí la novela Kopi Luwak

Kopi Luwak en formato pdf

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Kopi Luwak en formato Kindle

Kopi Luwak en formato libro

Capítulos 1 y 2 gratis en formato pdf

Si quieres un libro con una portada personalizada, firmado, dedicado o cualquier idea que se te ocurra, contacta con nosotros.

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Como pequeño adelanto aquí tienes

el prefacio de la novela

La historia dentro de la historia

Durante una mañana del invierno de 1990 aquel joven maestro que fui vagaba entre los congelados canales de Rotterdam, observándolo todo con aquellos ojos miopes y noveleros que todavía no he perdido.

El aire tenía una densidad de hielo y mi respiración dejaba un rastro gaseoso que se condensaba en cristales brillantes antes de dispersarse en el aire frío. Ancladas al viejo Spaanse Kade había varias viviendas flotantes y una antigua yola de quillas laterales.

Estuve andando entre los muelles durante un largo rato, husmeando aquí y allá, admirando los modernos edificios por un lado y las faraónicas obras de la estación de Blaak por otro, zigzagueando entre los canales congelados como un vagabundo con las manos enguantadas dentro de los bolsillos.

Después de algún tiempo empecé a notar el frío, un frío que nunca había experimentado antes, uno que atravesaba todas las capas de ropa que llevaba, haciéndome cobrar consciencia de que si no entraba pronto en calor, empezaría a tener síntomas de hipotermia y me puse a buscar algún lugar donde cobijarme.

No muy lejos del “Muelle Español” vi una cafetaria (así se escribe en neerlandés) con las luces encendidas. No había muchas personas y me senté en una mesa al lado de las cristaleras empañadas que miraban a los canales, dominando con la mirada la entrada al local y las amenazadoras nubes que se cernían afuera.

Mientras devoraba un panqueque de manzanas la vi. Era la imagen de una diosa oriental. Estaba sentada a unas pocas mesas de distancia. No la había visto llegar y todavía hoy no sé si se encontraba allí cuando entré. Era una dama de rasgos asiáticos, elegantemente vestida, con una blusa de seda blanca, pantalones y chaquetilla de cuero negros, borceguíes de piel a juego y el aura de una sacerdotisa sagrada.

No soy capaz de precisar su edad, quizás en algún lugar entre los treinta y los cincuenta. Su aspecto era singular y su mera presencia parecía alejar a cualquier otro parroquiano de las mesas próximas, dejando un claro de personas a su alrededor.

La observé discretamente mientras ella pedía algunos de los exóticos cafés de aquel lugar. Me pareció que los camareros la respetaban de forma excepcional, tratándola como alguien conocido e importante. Después de acabar su café, la dama abrió un pequeño bolso negro y extrajo un cigarrillo de una pitillera de plata, disponiéndose a fumar, permitiéndome ver fugazmente su interior. Quise entrever un revólver y unas llaves de automóvil dentro del bolso.

Sus movimientos eran delicados y firmes al mismo tiempo, teniendo la fluidez de los felinos antes de atacar. En un momento mi mirada se cruzó con la suya. La mía era de tímida admiración, pero la suya me resultó escrutadora y tuve la sensación de haber sido examinado por un ave de presa.

Aquella señora estuvo hojeando algunos documentos durante varios minutos hasta que entró una chica de unos treinta años, de aspecto inseguro, que me resultó muy familiar, con pintas de estar buscando a alguien y enfundada en un abrigo de lana azul, con bufanda de color claro al cuello. Por un instante creí reconocer a una compañera de la Escuela de Magisterio, a quien llamaré Cándida.

Iba a hacerle un gesto de reconocimiento cuando comprobé como la misteriosa señora se me adelantó, reclamando la atención de la recién llegada, para que se le acercara; entonces la muchacha se despojó de su abrigo, colgándolo de una percha de pie de madera y se dirigió hacia la mesa donde estaba sentada la enigmática mujer.

Cuando la chica estuvo a su lado, la dama se puso en pie y la besó en los labios de forma fugaz, sujetándola por las muñecas para atraerla hacia sí. Se sentaron una frente a otra y empezaron una animada charla. Mi curiosidad iba en aumento, estaba casi seguro de que la chica no era otra que mi antigua compañera y quise saber qué estaba ocurriendo.

No podía quitarles los ojos de encima y mientras construía una elaborada teoría sobre sus vidas y su relación, aquellas dos mujeres se levantaron al unísono y se fueron del lugar, entrelazados los brazos, dejándome sin capacidad de reacción para seguirlas. Antes de abandonar el local, Cándida se giró y me guiño un ojo, mientras posaba su dedo índice sobre sus labios, reclamando discreción.

Aunque pagué apresuradamente mis consumiciones, el tiempo que empleé en ello y en ponerme el abrigo no fue suficiente para alcanzarlas. Sólo vi una vieja limusina Bentley de placas negras que se alejaba silenciosamente entre las callejas cubiertas de adoquines. Pensé que las dos mujeres iban a bordo. No podía ser de otra manera. Me quedé parado frente al muelle mientras empezaba a caer aguanieve. En ese momento de intriga y frustración nació una historia que he ido completando con el paso de los años. Aquel encuentro fugaz en la cafetería del Spaanse Kade ha estado plagando mis fantasías oníricas y literarias durante años.

Cuando emprendí el regreso en tren a mi casa de Venlo, en la fronteriza Limburgia del Norte, tomé mi libreta de notas y empecé a redactar el embrión de lo que hoy es el proyecto “Kopi Luwak”. Nunca pude acabarlo hasta que la propia Cándida me hizo llegar, fragmento a fragmento las piezas que componen la historia real que subyace bajo la novela.

Me convertí en Cervantes para recoger los escritos de Cide Hamete Benegeli, en forma de mi antigua compañera Cándida de Lasalle.

La historia que nació en un tren neerlandés mientras pensaba en quiénes eran aquellas dos mujeres, fue creciendo en forma de retazos, unos verídicos, otros de ficción, construyendo un relato que creció en cascada, con unos personajes que citaban a otros y se subían al tren con sus historias a cuesta, haciendo que el convoy fuera cada vez más largo.

Tardé casi veinte años en ser capaz de juntar todos los elementos que componen la novela, investigando personajes, descubriendo lugares, conduciendo automóviles, tomando café, navegando a vela y pilotando aviones como los protagonistas. En algunas ocasiones les presté fragmentos de mi propia vida, en otras fueron ellos los que me enseñaron a trazar rumbos vitales.

Después de esa fase de creación literaria en solitario, desde los Países Bajos hasta Fuerteventura y desde ahí a mi atalaya de la Playa de las Canteras en Gran Canaria, donde junté todo, enhebrando página a página las peripecias de Cándida, Bour Siien y Sumba y las maldades del coronel Ilievson, regado todo con gasolina de alto octanaje, tanto literario como automovilístico, trazando rumbos entre los mares y las llanuras, copiando a Galdós, inspirándome en Verne y creando un universo donde yo mismo entraba y salía a mi antojo; oyendo a Jimmi Hendrix o a Pink Floyd, escuchando a los guitarristas de Mali o las grabaciones del grupo Artenara, deseando volver a encontrar a Sumba o siquiera a Cándida a la vuelta de una página o cruzar el océano con Bour Siien. Pero todo lo que me quedó fue un magnífico BMW M5 de 1986 que heredé de las manos de Cándida.

Cuando el primer manuscrito estuvo listo se lo presenté en 2011 a Jorge Liria, editor de Anroart Ediciones, quien lo mandó a la imprenta de forma apresurada, nada más caer en sus manos. Se editaron algunos pocos cientos de ejemplares que se agotaron en breve tiempo entre las Ferias del Libro de Madrid, Tenerife y Gran Canaria y las pocas librerías que lo vendieron.  

Después de algunas peripecias, el traqueteante tren que llevaba “Kopi Luwak” paró en las puertas de Enrique Mateu. A finales de 2012, tuve la inmensa suerte de conocer a Enrique en una actuación suya en el auditorio del Museo Elder. Siempre me había gustado la música del grupo Artenara y ese día quise verlo en directo.

En el pequeño auditorio del museo asistí a una actuación suya con material musical y visual del grupo Artenara: me gustó tanto que redacté un artículo de para mi blog http://antoniocabreracruz.blogspot.com.es/search?q=lópez+salvador

También aproveché para saludarlo. Hubo una sintonía inmediata entre los dos. Teníamos casi la misma edad e inquietudes culturales similares. Le conté que su música me había acompañado muchas veces mientras escribía en soledad. Se mostró interesado y me explicó que él estaba empezando una nueva aventura cultural en Internet con una página cultural llamada www.canariascultura.com, invitándome a participar en ella, como articulista. Fue el comienzo, no sólo de una gran amistad, sino de una nueva era creativa para ambos.

Algunas semanas más tarde Enrique leyó la novela, la cual le causó una excelente impresión. Su interés no se paró ahí y acabó preguntándome porqué la novela no era más conocida entre el público. Le respondí que corrían malos tiempos para la Literatura, sobre todo para los autores desconocidos.

Enrique decidió entonces pasarle el libro a Victoriano Santana Sanjurjo, que ya colaboraba con su página cultural, para que emitiera un juicio crítico. Este lo pueden ver en el siguiente enlace:

http://canariascultura.com/2013/08/14/saboreos-del-kopi-luwak-de-cabrera-cruz/

Después de ese dictamen tan favorable, Victoriano le pidió a Enrique que compusiera una “música o sintonía” para presentarles el texto a sus alumnos de Educación Secundaria.

La respuesta de Enrique desbordó el encargo: ¡compuso una banda sonora completa! Un tema para cada protagonista y situación. Lo que al principio fue un juego creativo se había transformado en una tremenda travesura. El músico había reescrito “mi” historia con otro lenguaje, el de los sonidos, retratando a los personajes y paisajes con una sensibilidad maravillosa.

Sentí que había una comunión entre nosotros, que entendíamos el mundo y la creación desde perspectivas similares, diferenciándonos sólo en el tipo de lenguaje en el que nos expresábamos mejor: él con la música, yo con las palabras.

La idea inicial de Victoriano de ponerle algo de música al libro, había desbordado los límites y se había transformando en algo distinto, que trascendía lo habitual. La simbiosis de un escritor y un músico estaba alumbrando algo nuevo, una criatura híbrida, que podría ofrecerse a los lectores y a los melómanos de forma conjunta.

Con el advenimiento del siglo XXI, las nuevas tecnologías, los nuevos medios de publicación y creación han puesto en crisis los mercados tradicionales de la música y la literatura, pero abriendo otros nuevos, que deben ser explorados.

Los creadores singulares y aislados que siguen los patrones de siglos pretéritos se enfrentan a la dura realidad de que los viejos canales comerciales vigentes hasta finales del siglo XX, ya no bastan. Cada vez se venden menos discos y libros en tiendas de discos o librerías. Los gustos de los consumidores han cambiado y todo está desplazándose hacia Internet.

Enrique es un pionero en este terreno, con amplia experiencia, no sólo en la música de vanguardia sino en los medios de comunicación sociales de Internet y la pregunta surgió de forma natural: ¿Por qué no nos atrevemos a lanzar un conjunto “libro-banda sonora-vídeojuego” de forma independiente y en formatos digitales (sin renunciar al formato tradicional de papel y disco)?

Esa propuesta necesitaba de la presencia de un equipo multidisciplinar y Enrique se encargó de reunir a un nutrido grupo de profesionales heterogéneos para hablar y trabajar en el “Proyecto Kopi Luwak”. (Quien desee contemplar imágenes y palabras de alguna de esas reuniones puede verlas en la página web www.kopiluwak.es)

En la atalaya solitaria frente a la playa nos hemos reunido varias veces hasta ir moldeando la idea que hoy ve la luz. Algunas de las ideas que se pronunciaron en las reuniones frente al mar ya han visto la realidad, otras esperan su oportunidad y alguna ha sido aplazada para el próximo proyecto.

Estoy plenamente convencido de que este modelo de creación multimedia y multidisciplinar es el futuro. La literatura, la música, la pintura, las “viejas” artes y las nuevas tecnologías crecen cuando se combinan, como ya lo hacen en el cine o en los vídeo-juegos.

Tras muchos meses de preparación, el proyecto “Kopi Luwak” ha salido a la luz. Tengo la absoluta confianza de que no se verán decepcionados con el resultado.

¡Pasen y vean!

Noviembre de 2016

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